Parecería que Ludorama surgió de casualidad, por capricho, en una noche de cuarentena, cuando el tiempo se estiró y nos empezó a «rendir más». Y con rendir más nos referimos a ese excedente de tiempo y espacio para dedicar al ocio —il dolce piacere di non fare niente— que para neuróticos como nosotros se transforma en un vacío creador. En vez de aprovechar disfrutando de las horas improductivas, se nos ocurren cosas para hacer. ¿Qué tal una revista de videojuegos?
Pero las casualidades no existen, al menos en este caso. Porque Ludorama es producto de una serie de causalidades. Corría el invierno de 2019 y —ya no recordamos bien cómo ni por qué— abrimos unas jornadas de encuentros para conversar viéndonos las caras. La idea era romper el aislamiento que generan, paradójicamente, las redes sociales digitales donde sentimos estar hablándole a un fantasma, borrachos, en una mesa de bar.
En busca de nuestro salón de tertulias, luego de dar varios tumbos en pizzerías imperiales que nos saqueaban los bolsillos —ya de por sí mermados por la crisis— y en cafés notables por su acústica diseñada para bloquear cualquier intercambio verbal, echamos el ancla en el Bar Río.
Tal vez esté poblado de cucarachas y el baño no sea su punto más sobresaliente, pero es uno de esos lugares en donde la gracia todopoderosa del mozo no se discute.
—Mozo, un tostado de jamón y queso.
—No, le voy a traer pollito grillé con ensalada —dice apuntando con el dedo con la bandeja de escudo.
Pero lo que más nos gusta es el cartel de neón donde se lee la palabra «Río» con la letra i que remata en forma de palmera. Suena a los sombreros frutales de Carmen Miranda, a muchacha de Ipanema, brisa tibia y películas de los años cincuenta. Pero, adentro, es un bar de mala muerte, rara avis en el Buenos Aires de Starbucks, Whoopies y cervecerías artesanales.
En la esquina múltiple entre las calles Sarmiento, Aníbal Troilo y Río de Janeiro empezamos a reunirnos los viernes a la nochecita. En esas mesas se habló de todo con el mismo nivel de compromiso: juegos, política, encuentros cercanos del tercer tipo, historietas, proyectos locos, arqueología e historia, hasta se evaluó la conveniencia de crear un sindicato. La pandemia desbarató nuestros sueños, pero no tanto. No pudimos, o no tuvimos ganas de retomar las tertulias por zoom. Pero algún run run quedó en el aire porque casi todo el elenco estable de los tertuliantes respondió al llamado a las armas cuando gritamos ¡Ludorama!
Aquí estamos, unos meses después, presentando este bonito proyecto editorial. Hubo que darle forma. ¿Para qué una revista más de videojuegos que nadie espera ni necesita? Y decidimos hacer la publicación que desearíamos leer. Sin noticias ni novedades: para eso están los portales de internet. Sin reviews de videojuegos: hay excelentes revistas que ya lo hacen y muy bien. Sin imágenes: son lindas, pero no nos alcanzaría la biyuya. Ludorama terminó siendo una revista-librito, en blanco y negro, con mucho texto porque está pensada para leer (sí, para leer y pensar).
Ludorama es una revista de ensayos, cuyo eje temático son los juegos en todos sus formatos. Buscamos analizar y problematizar la relación de los juegos con la sociedad, con la educación, con la ciencia, con la industria, con la cultura, con la política, con el arte, con la filosofía. En fin, con todo lo que se nos ocurra, porque la idea inicial fue escribir notas en las que cada autor tenga la libertad de hacer un link especial entre algún aspecto de los juegos y otra cosa. La ambición de Ludorama es abrir un espacio para crear pensamiento y compartir ideas.
Menos mal que a los primeros entusiastas se nos sumaron personas muy valiosas que mejoran muchísimo esta propuesta.
La revista es digital y gratuita, disponible en todo el orbe desde nuestra página web. Pero para quienes necesiten de la palabra tallada en tinta y papel, disponemos de ejemplares que se imprimen bajo demanda con un costo accesible. Nos proponemos editar cuatro números anuales, uno con cada estación del año.
Queda así inaugurada la temporada Primavera 2020 y, como los grandes modistos del mundo, estamos ya trabajando para la edición Verano 20-21.
Cecilia Barat, octubre de 2020